Crisis de angustia, de ansiedad o ataque de pánico: Las personas que padecen crisis de angustia («ataques de pánico») sienten, de forma bastante repentina y durante un periodo de tiempo limitado (suele oscilar entre uno y diez minutos), un profundo miedo o un gran malestar. Estas sensaciones desagradables son tan intensas que quienes las sufren suelen creer que están gravemente enfermos (o incluso que van a morir o a volverse locos) y, por ello, tienen la necesidad de escapar de la situación o recibir ayuda de algún tipo. La crisis de angustia viene siempre acompaña por un conjunto de sensaciones orgánicas y por una serie de pensamientos. Entre las sensaciones las más habituales son: palpitaciones fuertes del corazón, sudoración, temblores o sacudidas, falta de aliento o ahogo, sensación de atragantarse, opresión o malestar en el tórax, náuseas o molestias abdominales, inestabilidad o mareo, aturdimiento, sensación de «falta de realidad» y de «estar fuera del cuerpo», hormigueos en los miembros y escalofríos o sofocos. Por su parte, los pensamientos más frecuentes son el miedo a perder el control o enloquecer, y el miedo a tener un infarto o un accidente cerebro-vascular. Por supuesto, es raro que todos estos síntomas y pensamientos aparezcan a la vez y en la mayoría de los casos se presentan sólo tres o cuatro.
Si las crisis van repitiéndose, el miedo tiende a hacerse aún más intenso y la sensación de pérdida de control sobre la propia vida se acentúa. Es habitual que en este proceso se vayan evitando progresivamente los lugares donde apareció el pánico, por lo que el sujeto puede acabar restringiendo de forma drástica su movilidad y abandonar muchas de las actividades que antes le gustaban (ir a comprar a unos grandes almacenes, ir al cine o comer fuera de casa, viajar, etc.) o incluso las que necesitaba llevar a cabo (conducir, acudir al trabajo, etc.). En los casos más graves, algunas personas terminan completamente recluidas en su propia casa.
– Trastorno de ansiedad generalizada: Es un problema de salud mental en el cual una persona a menudo está preocupada o ansiosa respecto a muchas cosas y le parece difícil controlar esta ansiedad.
El síntoma principal es la presencia frecuente de preocupación o tensión durante al menos 6 meses, incluso cuando hay poca o ninguna causa clara. Las preocupaciones parecen flotar de un problema a otro. Los problemas pueden involucrar la familia, las relaciones interpersonales, el trabajo, el dinero y la salud. Incluso estando consciente de que sus preocupaciones o miedos son más fuertes de lo necesario, una persona con trastorno de ansiedad generalizada aun tiene dificultad para controlarlos.
Otros síntomas del TAG incluyen:
- Problemas para concentrarse
- Fatiga
- Irritabilidad
- Problemas para conciliar el sueño y permanecer dormido, o sueño que no es reparador ni satisfactorio
- Inquietud al despertarse
La persona también puede presentar otros síntomas físicos, como tensión muscular, problemas estomacales, sudoración o dificultad para respirar.
– Trastorno de ansiedad debido a enfermedad médica: Las personas con el trastorno de ansiedad por enfermedad son incapaces de controlar sus miedos y preocupaciones. Con frecuencia, creen que cualquier síntoma o sensación es un signo de una enfermedad seria.
Ellos buscan el consuelo de la familia, los amigos o los médicos de manera regular. Se sienten bien a lo sumo durante un tiempo corto y luego empiezan a preocuparse por los mismos síntomas o por síntomas nuevos.
Los síntomas pueden alternar y cambiar y con frecuencia son vagos. Las personas con este trastorno a menudo examinan su propio cuerpo.
Algunas pueden reconocer que el temor de tener una enfermedad grave es irracional o infundado.
El trastorno de ansiedad por enfermedad es diferente del trastorno de síntomas somáticos. Con este último, la persona tiene dolor u otros síntomas físicos, pero no se encuentra la causa médica.
– Trastorno de ansiedad inducido por sustancias: En el trastorno de ansiedad inducido por sustancias los síntomas de ansiedad están asociados al consumo, abuso o dependencia de una droga (cafeína, nicotina, alcohol, cannabis, cocaína, heroína, éxtasis, etc.) Los consumidores habituales de drogas presentan niveles de ansiedad más altos que los no consumidores, incluso después de haber abandonado el consumo (incluso periodos superiores a los seis meses). Algunas personas han sufrido su primer ataque de pánico tras consumir cannabis.